Acerca de mí
Un paseo por mi vida en busca de la imagen
Quisiera decir que “nací en un pueblito chiquito y bonito llamado Lagunita de la Sierra, emporio de acordeonistas y poetas”, pero no sería verdad. Nací en una hermosa y pequeña ciudad llamada Ciénaga, en el departamento del Magdalena, en la costa norte colombiana. Que sí es famosa por ser cuna de poetas. Recuerdo de mi infancia los paseos a la playa. Nací a unas cuantas cuadras del mar Caribe. Mi infancia estuvo rodeada de playa, mar, la brisa bajo los cocoteros, el olor del pescado recién sacado del mar, a agua de coco y mango biche con sal y limón, de paseos nocturnos a la Plaza Centenario jugando en el Templete (hermosa construcción de estilo neoclásico), de las fiestas del Hombre Caimán y los paseos con sancocho a Río Frío y al río Santander.
Mi padre trabajaba en una Empresa de seguros y fue trasladado muchas veces, por lo que después de residir en Fundación, Santa Marta y otros tantos años en Ciénaga, llegamos a Barranquilla cuando yo tenía cinco años. Aquí ha transcurrido la mayoría del resto de mi vida. Vivo en lo que los barranquilleros han calificado como “el mejor vividero del mundo”, en “la ciudad más feliz de Colombia”.
Aquí estudie la primaria, el bachillerato y la universidad. El colorido de la ciudad, de los disfraces en el carnaval, de la vestimenta de sus residentes, despertó en mí el deseo por el diseño, las artes gráficas, la comunicación visual, la arquitectura, la construcción, aunque no puedo negar, como casi a todos nos sucedió, también quise ser cantante, actor, bombero, policía o astronauta, pero lo mío era el diseño y la imagen en su más pura esencia. Diseñé edificios, vestuario, joyas, muebles y por supuesto avisos y piezas publicitarias. Muchas de ellas llegaron a ver la luz del día, otras tantas quedaron en el portafolio que se comió el comején.
En este devenir de la vida recorrí mi Costa Atlántica, paseé por Cartagena –disfrute sus playas, me dejé embrujar por sus murallas y la ciudad vieja-, Sincelejo, Montería, volví a Santa Marta muchas veces –a los paseos de camping durante la temporada de vacaciones al Parque Tayrona, caminar por los adoquines y lajas colocados por los indígenas tayronas y llegar al hermoso playón que nos recibe en el Pueblito-, Riohacha, Maicao, Valledupar, viví en La Mina, disfrute de Medellín, Bogotá, Cali, Yumbo, La Cumbre, Manizales de noche. Admirar el Alto de la Línea y como se ven los autos debajo en el borde de la montaña. Me encanta el paisaje andino y su verde horizonte y las desnudas montañas cerca a Cali en la vía al mar en verano.
Imagine todo esto alimentando mis ojos y cerebro de recuerdos hermosos, imborrables, cautivadores que algún día servirían para el diseño de alguna campaña publicitaria o la idea creativa para una fotografía o de un afiche, o un detalle que vi, adornando un mueble o aportando la solución o algún detalle en el diseño de una fachada.
Todo este gusto y dominio del diseño, la arquitectura, el desarrollo web y la fotografía está alimentado con el conocimiento de “todo un poquito”. Me gusta leer todo lo que caiga en mis manos (además de lo que deliberadamente busco) como parte del proceso de aprendizaje y especialización para alimentar el intelecto. Pero en ese ‘leer de todo un poquito’ soy selectivo: aquello que me ayude a ser mejor persona, padre, hijo, vecino, ciudadano, amigo o profesional es de mi interés.
Como ya he contado, quiero ayudar a mejorar el mundo transmitiendo y poniendo en práctica todo este conocimiento y habilidades al servicio de la gente. Ahora bien, se también que humanamente no tenemos la capacidad de cambiar el mundo, esto sólo lo puede el Señor Dios Jehová, y en Él confío que es su interés hacerlo algún día.